NOTABLE LA inteligencia de mi gata Lorca. Cada vez que oye el sonido clinnn que hace mi Windows al apagarse, se despierta de inmediato y se sube a mis rodillas para retenerme, porque sabe que cuando apago el portátil me suelo ir a la cama.

Otro ejemplo del que solo se da cuenta ella. Yo no suelo responder nunca ni al móvil ni al telefonillo, salvo que espere la llegada de algún libro, estantería o travelosura de AliExpress. Como Lorca se ha dado cuenta de que existe una conexión entre que yo responda al móvil y alguien aparezca en casa minutos después para entregarme un envío, nada más darse cuenta de que cojo la llamada echa a correr despavorida a esconderse detrás de la nevera, donde suele ocultarse por el terror que le producen las personas desconocidas que aparecen en Maracaná. Si la que me entrega el paquete es una mujer, Lorca abandona su refugio enseguida, porque parece que las voces femeninas no le causan temor, pero el único hombre del que no huye soy yo (si bien uno, como supongo que os habréis hecho a la idea, es la mínima cantidad de hombre que puede haber en un hombre).