LO QUE me quieren mis gatos. Ya lo he dicho otras veces, pero lo que me han querido esta mañana cuando he llegado a Maracaná ha sido algo superior, tan exagerado que hasta he pensado que había trampa, que me hacían tantas fiestas y se frotaban contra mis piernas porque quizá se me había olvidado dejarles comida y agua. Enseguida he comprobado que no había trampa y me estaban queriendo de forma altruista, aunque yo seguía sin fiarme y les iba diciendo en voz alta:

—Si estáis fingiendo que me queréis tanto para que os compre un Ferrari, no tengo dinero para Ferraris.

—Si estáis fingiendo que me queréis tanto para que os traiga una chica, ya no tengo ganas de chicas. 

—Si estáis fingiendo que me queréis tanto para que os consiga ratones amarillos, soy defensor de los ratones amarillos.