LLEGÓ EL frío, puse la estufa por primera vez y mis tres gatos enseguida se arrimaron a ella, porque Maracaná en noviembre ya es el Ártico: es el piso más frío que he tenido con diferencia, si bien es Bangkok si lo comparo con Lauros. El problema de encender mi estufa Orbegozo, además de los 120 euros de hostia al mes de Iberdrola, es que mis gatos toman nota enseguida y ya no me dejan dormir de sobra: si permanezco en la cama más de siete u ocho horas, comienzan a arañar la puerta de mi habitación. Ya no soy ese colgado con libro o portátil que les pone agua y comida: ahora soy sobre todo el-que-despierta-y-pone-la-estufa.