QUÉ DRAMA me han montado esta mañana mis gatos cuando he llegado a Maracaná, que es como Alaska por estos días. Ha sido ponerles la estufa y se han callado (pero ni las putas gracias me han dado, ya sabéis cómo son). Con mis gatos estoy llegando a la locura de que yo, cuando duermo de noche en Maracaná, no pongo la estufa en mi habitación por la razón de que me sale mucho dinero, pero en cambio la tengo que poner en la de ellos para que no se pongan a jeremiar.