Comencé a leer en Internet cosas de gatos, pero lo dejé porque se habla de ellos de forma muy general y los míos (los de cualquiera) se saltan los estándares. Las diferencias que existen entre mi gata Lorca y mi gato Broma son oceánicas: la una es rencorosa, conservadora, agresiva, territorial y malhumorada, mientras que el otro es un chiste de gato (de ahí el nombre), abierto, loco, desastre, juguetón, olvidadizo, metomentodo. Hasta cuando empecé a vestir de Vanessa, mi gata Lorca tardó mucho tiempo en aceptarme, ¡es una gata transfóbica!, mientras que Broma se portó de forma natural desde el principio. Y mi gato Kobe, por mucho que sea un gato menos exagerado en sus comportamientos, también es otro planeta distinto y un homoadicto de cuidado. Decir “los gatos” es como decir “los alemanes”: mejor vayamos de uno en uno.